23 diciembre, 2006

 

EL JOVEN DE LA LEÑA

Después de un largo viaje por el bosque, un joven leñador, llevaba de vuelta a su humilde morada la leña que había cortado durante la tarde. En una mano, el hacha y en la otra, un enorme saco que arrastraba con mucho esfuerzo ya que estaba repleto de la leña con la que mantendría cálida su casa.
Él llevaba mucho tiempo en éste oficio, y le gustaba recorrer los campos porque allí encontraba la paz que percibía en el silbido de los pájaros, que felices disfrutaban de la libertad de no tener que trabajar ni tenían preocupaciones.
Cada día intentaba superarse cortando y llevando mas leña que la vez pasada, y lo lograba, llegaba a su casa cada día con más leña. El problema era que se juntaba demasiada madera, así que este joven decidió venderla, primero no encontraba muchos clientes, y tampoco se atrevía mucho a pasar casa por casa, tocando puertas para vender, pero al tiempo se fue acostumbrando, y así fue progresando, un día cortando madera, y al otro la vendía, todos los días hacía lo mismo y así podía ayudar a su padre a mantener su familia.
Un día, cortando trozos de madera, a este joven se le ocurrió tallar la madera, él lo tomó como un juego, pero al terminar, tenía en sus manos una preciosa figura, al verla, no creyó que él pudo hacer algo así, así que tomo otro pedazo de madera y empezó a tallar de nuevo, y para su sorpresa, le había quedado casi igual, y en ese momento, el descubrió que tenía talento para el tallado en madera, ahora él no vendía simples trozos de madera cortada, en trozos como leños para el fuego, sino que ahora vendía pequeños adornos para la casa, y por supuesto a mayor precio.
Así él y su familia se mantuvieron estables, y ya no era la común familia que nadie conocía, sino que ahora era la familia de “el joven de la leña” que todos los pueblerinos conocen.
Este joven, así aprendió que con esfuerzo y perseverancia se podía llegar muy lejos.

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